Hasta ahora Maduro se sentía confiado en el control de la FANB, a través del general en Jefe Vladimir Padrino López. Y no es que en algún momento no tuviera pequeños altibajos que le causaran nerviosismo y que en los últimos meses lo habían llevado, en varias oportunidades, a presentarse, de manera intempestiva, en las oficinas del poderoso ministro de Defensa. De ahí salía confiado y pasaba la tempestad hasta un próximo episodio.
El jefe de la revolución ha confiado en Padrino López, pero sabe que el alto oficial no es un subalterno incondicional, aunque pueda serle leal. Ha entendido que no es un militar genuflexo, aunque lo ha llevado a escenas poco agradables para él, como cuando lo fue presionando hasta que el General le imprimió cada día una mayor carga ideológica y política a su discurso.
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