La cancillería de México anunció ayer la decisión de conceder a Estados Unidos la extradición de uno de los máximos capos del narcotráfico en el país, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, líder del poderoso cartel de Sinaloa. Para conseguir este paso, Washington tuvo que comprometerse a no aplicarle la pena de muerte.
Sin embargo, ahora comienza un enmarañado proceso judicial donde la defensa de Guzmán Loera tiene 30 días para interponer un amparo. Los abogados del capo narco ya adelantaron que apelarán la sentencia. Esto podría extender por varios meses su traslado a Estados Unidos, aunque también se baraja la posibilidad de que Guzmán acepte la extradición –lo que aceleraría los tiempos– a cambio de ciertos beneficios.
México, que antes había estado reticente a conceder la extradición, cambió de postura ante el bochorno que significó para el gobierno de Enrique Peña Nieto la segunda fuga del “Chapo”, ocurrida en julio del año pasado, a través de un túnel de 1.500 metros que llegaba hasta su celda en el penal de alta seguridad del Altiplano.
Hay dos Estados en el país vecino que lo reclaman y que fueron incluidos en el trámite de extradición: Texas y California. En el primero se lo acusa de los delitos de homicidios, narcotráfico, delincuencia organizada, posesión de armas y lavado de dinero. En el segundo de importar y distribuir cocaína en su territorio.
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La Cancillería mexicana destacó que el gobierno estadounidense ofreció las garantías suficientes para impedir que Guzmán Loera pueda recibir la pena de muerte. Esta fue una condición ineludible ya que en Texas existe la pena capital por homicidio. La decisión le fue comunicada al “Chapo” en el penal de Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, al que fue trasladado en forma sorpresiva hace dos semanas.
El proceso puede acelerarse si Guzmán accede a ser extraditado. Su equipo de abogados ya habían anticipado que buscarán negociar con las autoridades estadounidenses beneficios carcelarios y judiciales para su defendido. Si esto se da finalmente, el jefe narco cruzaría rápidamente la frontera.
“El Chapo”, de 61 años, dirigió el cartel de Sinaloa, uno de los más poderosos y crueles de México. La organización se dedicaba a comercializar cocaína en territorio estadounidense, que provenía de Centro y Sudamérica. Compitió con los carteles de Los Zetas, de Juárez y de Tijuana, a los que les arrebató grandes zonas a costa de una sangrienta guerra.
Al convertirse en el principal traficante de México, Estados Unidos puso al “Chapo” en la lista de los más buscados. En 1993 fue detenido en Guatemala, y extraditado a México, pero 8 años después escapó de la prisión de máxima seguridad de Puente Grande, utilizando un carrito de lavandería.
En febrero de 2014 logran recapturarlo y enviarlo a la prisión de máxima seguridad de El Altiplano. Sin embargo, en julio del año siguiente se fuga de su celda, donde era monitoreado por una cámara, a través de un extenso túnel. Esto fue una humillación para el gobierno de Pena Nieto, quien había hecho de la lucha contra el narcotráfico su principal campaña.
El gobierno mexicano lanzó un enorme operativo para ubicarlo en las montañas de su natal Sinaloa y del vecino estado de Durango. Lo capturan nuevamente a principios de este año. A partir de allí se inició el reclamo de extradición, que ahora se concreta.
FUENTE: (http://www.clarin.com/)
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