Según la American Psychiatric
Association alrededor del cuatro
por ciento de la población general ha padecido alguna vez en su vida
un trastorno por ansiedad. En esta
categoría de trastornos, la ansiedad
ocupa un lugar preponderante como
ocurre en las "crisis de angustia"
(Panic disorders) en la ansiedad
generalizada, en los trastornos
fóbicos y en los trastornos obsesivo
compulsivos.
Al respecto, en este artículo me referiré a los trastornos por angustia o panic disorders. Los mismos se caracterizan por crisis de angustia recurrentes (panic attacks) que aparecen en forma repentina frente a determinadas situaciones como por ejemplo, conducir un auto, tomar un avión y también durante el sueño a modo de pavores nocturnos.
Durante estos ataques de verdadera angustia pura, la persona experimenta un intenso miedo o sensación de catástrofe inminente, que se acompaña de manifestaciones somáticas como: disnea, palpitaciones, dolor o malestar precordial, sensaciones de ahogo, mareos, vértigos o sensación de inestabilidad, sentimientos de irrealidad, parestesias, oleadas de calor y de frío, transpiración, debilidad, temblor o estremecimientos o miedo a morir o volverse loco o a realizar cualquier cosa descontrolada durante el ataque.
Generalmente, las crisis duran unos pocos minutos aunque a veces se extienden por horas. La reiteración de estos "panic attacks" generan que, durante los períodos libres de ataques, el sujeto tenga profundos sentimientos de desamparo, expectación ansiosa, y requiera la presencia de algún acompañante con quien desplazarse a lugares distantes de su hogar.
El trastorno suele comenzar al final de la adolescencia y algunas veces se hace crónico. Cuando las crisis se complican con una intensa aprensión a salir a la calle (agorafobia) se tornan incapacitantes para el desarrollo laboral y social más amplio. El individuo no puede precisar qué tipo de situaciones desencadenan el ataque.
Este padecimiento fue descripto por Freud, en 1895, quien lo diferenció de la neurastenia (actual síndrome de fatiga crónica) y de las neurosis histéricas y le otorgó un origen somático que habría que buscarlo en los desórdenes de la vida sexual actual.
Más recientemente podríamos definir a las neurosis de angustia como aquellas en las que predomina la angustia masiva, sin objeto claramente manifiesto y en las que es relevante el rol desempeñado por los factores actuales (sexuales y agresivos). El aumento de la incidencia en este trastorno en los últimos años nos debe hacer reflexionar.
¿Será que esta sociedad cada vez más compleja y tecnócrata resulta abrumadora y tóxica para los indefensos mortales al complicar el metabolismo psíquico con estímulos psiquicos difíciles de digerir? Finalmente, está probado que el poder depositar la confianza en un interlocutor válido facilita la elaboración psíquica.
Fuente: Licenciada Iris Perla Pugliese// revista "Saber Vivir"
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