La adolescencia es esa época de la vida que es tan temida por los padres y tan ansiada por los hijos como paso previo para sentirse más libres y adultos.
Cuando llega el momento, una de las mayores quejas de los padres es la falta de comunicación con los jóvenes y, por tanto, la incapacidad de hacerles entrar en razón, ante una creciente rebeldía.
Hay que darles la oportunidad de ser responsables y delegar en ellos para que sepan que tienen la confianza de sus padres, por ejemplo el cuidado de un hermano menor, la realización de alguna tarea o hacer trámites personales, en lugar de que lo hagan los padres.
Haz partícipe a tu hijo adolescente en la vida familiar. El debe formar parte de las discusiones, alegrías y preocupaciones de la familia. Es muy fácil caer en el error de no comunicarles una adversidad - un problema económico o la enfermedad de un pariente - para que el joven no sufra.
Antes o después se enterará por alguien ajeno y se sentirá engañado o fuera del grupo familiar. Las muestras de confianza nunca caen en saco roto. Recuérdelo. Comuníquele sus sentimientos como padre o madre, tanto las alegrías o dificultades. Es una buena idea para el buen diálogo.
Obligue en el plano moral y social a ser inflexibles ante la mentira o la incorrección ante otras personas. Si pasamos por alto un incidente lo percibirá como que no nos importa.
IMPRESCINDIBLE: Tanto el padre como la madre formen un frente común de "batalla" es decir que estén en la misma línea de exigencia.
Fuente: blogs.siglo22.net// http: rizaldos.com// Miguel Rizaldos L. psicólogo clínico.
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