Katy Perry no vino al mundo para ser incómoda o para disparar conversaciones profundas sobre malestares sociales. A diferencia de otras divas del pop actuales, que mezclan expresiones artísticas con alguna suerte de activismo, Katy Perry existe solo para satisfacer el fin milenario del entretenimiento: poner a la gente feliz y hacerla olvidar el mundo durante poco menos de dos horas.
La artista, primera capaz de llenar el Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva, en La Guácima, puso todos los cuerpos a dar vueltas y todas las gargantas a cantar durante la noche del domingo, en el último concierto de su extensa tercera gira mundial, The Prismatic World Tour, en promoción de su exitoso disco Prism (2014).
A las 9 p. m., con una hora de atraso y con la popular canción Roar como punto de partida, Perry y su banda hicieron alarde de un espectáctulo que está confeccionado justamente para que el público se sienta en otro planeta, o por lo menos en otra época, con pirámides y caballos y vestuarios extravagantes, mezclados con algunos temas clave del pop anglosajón de la última década.
El universo de ficción izado anoche en Alajuela no solo era palpable a los ojos, sino también a los oídos: estaba claro que la protagonista del escenario tampoco estaba cantando todas sus líneas y que estuvo apoyándose de una pista musical con el objetivo de que todo sonara perfecto.
FUENTE: (http://www.nacion.com/)
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