Conspira con la posibilidad de alcanzar la santidad, porque escucharlo, nos empuja a la Gula y a la lujuria.
Otro centenario digno de celebrar . Es que el 11 de julio de 1914, en el barrio porteño del Abasto nació Aníbal Troilo.
Hay quienes creen que Pichuco fue el inventor del bandoneón. No. Pero la proclamación del día nacional del bandoneón sí es en honor al Gordo. Más que merecido.
Ese instrumento, similar al acordeón, pariente de la concertina, es de origen alemán. En vez de teclas tiene 71 botones. (de galatita), y su fuelle es lo que reemplaza los tubos de los órganos de las iglesias. Precisamente la invención del bandoneón (bandonión con i, orginalmente) obedece a la necesidad de ir a buscar fieles fuera de los templos. Transportar aquellos enormes aerófonos se hacía imposible, el bandoneón fue el sustituto perfecto.
Por las calles de los pueblos germanos, los evangelizadores portaban estas cómodas cajas, para atraer a los incrédulos y a los abúlicos. Los bandoneones , por entonces, destilaban música sacra con la que pretendían seducir a los impíos. Pero como todo lo que se creó con un propósito de carácter moralizante, luego sirvió para fines diferentes, paganos y festivos. Lo de Pichuco es , en cambio, la sublimación del tango, música para nada santa y no necesariamente para el entretenimiento pasatista.
La suposición de que el nombre "bandoneón" alude a una "banda", o es una connotación porque lo ejecutaban los bandidos, distrae y no es correcta. Fue simplemente porque don Heinrich Band, luthier artesano, le dio impulso al instrumento.
Aníbal Troilo se enamoró tempranamente. Según él mismo, su amor infantil se debatía entre la pelota y el bandoneón. Mientras aún cursaba la escuela primaria, le insistió a su madre para que le comprara el "fueye". Su papá había fallecido un par de años antes, no era fácil adquirir el instrumento. El primero llegaría gracias a un crédito de 14 meses. 10 pesos por mes, y la extraña suerte que luego del cuarto mes de pago riguroso, desapareció el acreedor. Y ese primer bandoneón lo acompañó de por vida.
Desde los 12 años comenzó a tocar en público, integrando una orquesta estable. A los 18 debutó con la gran orquesta de Julio de Caro, en el cine Astor. Luego llegaría su prolífera etapa como compositor, completando su genio como intérprete, director y arreglador.
Que el tango sea la expresión artístico musical que mejor representa los valores argentinos, tiene sentido. Esa conducta pendular extrema se hace presente en la sensualidad y alegría que provoca su baile, pero también a través de la melancolía profunda que impregna la lírica tanguera.
El inmenso talento y la versatilidad de Troilo le otorgan relieve a la sabrosa contradicción. Supo abrazar la algarabía desenfada del tango bailable, y fue uno de los máximos exponentes de la arista nostálgica, dramática, que describe la frustración del amor imposible y la muerte , como ningún otro género alcanza. Todos los colores de esa pintura desgarradora están impresos en temas como La Última Curda, Garúa, Sur, María, Che Bandoneón.
Más que merecido asignarle un día al bandoneón en coincidencia con el natalicio de Pichuco, y bien podría transformarse en día internacional, porque convengamos que es casi un accidente que haya surgido en Alemania. Definitivamente el bandoneón aprendió a hablar gracias a Troilo. Sobre sus rodillas y entre sus manos. Basta escuchar Responso, que le dedicó a su entrañable amigo Homero Manzi, tema sin letra, y sin embargo dice más que cualquier elegía.
Sería sacrílego intentar canonizarlo. Aníbal Troilo es la antítesis de la moderación, es la exaltación del exceso pero también, un arquitecto del viento y su bandoneón, la respiración misma del arrabal.
FUENTE: ( http://www.diariouno.com.ar/)
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