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lunes, 29 de julio de 2013

ESPECTACULOS: Las seis cuerdas del jazz argentino que ya son leyenda

El arpegio más triste. El último swing. A los 82 años murió Walter Malosetti. El sonido argentino de la guitarra en el jazz. La cadencia más justa, la voz más experimentada, el acorde preciso. Maestro, compositor, instrumentista. Oscar Alemán, Hernán Oliva, el "Gato" Barbieri, Baby López Furst, Enrique "Mono" Villegas, Roberto "Fats" Fernández, Lalo Schiffrin, Joe Pass y Jim Hall. Tocó con todos, colaboró con todos y fue reconocido por todos. "Papá terminó su lucha y ahora descansa en paz", escribió en Twitter su hijo, Javier. El jazz está de luto, acá y en todas partes.
IRREPETIBLE
"El jazz tiende a la cultura y eso molesta un poco", decía desde el centro y los márgenes, allá por 1995. Walter entendió desde siempre que el género, muy a pesar de él y de tantos otros, "es marginal en todo el mundo", y decía mundo, porque conocía y sabía de lo que hablaba pero bajaba a la Tierra para tirar una frase picante fuera de escala: "Porque lo que se difunde es la música ‘sanata'".
Nació en Córdoba en la década del ’30. Fue discípulo de Irma Costanz, en un salto elíptico egresó de la academia de guitarra Gascón y su recorrido musical es inagotable: formó parte de la Guardia Vieja Jazz Band, California Ramblers y The Georgians Jazz Band. Con "Swing 39", una especie de dream-team local, con Ricardo Pellican, Baby López Furst y Héctor Basso, registró varios álbumes y hasta llegó al Teatro Colón con a la Orquesta Sinfónica Mayo.
ESTILO WALTER
"Yo toco un poquito Charlie (Christian), un poquito Django (Reinhardt) y un poquito Oscar Alemán. Estoy influenciado por todo lo que aprendí y escuché", reveló en una entrevista. "Los grandes guitarristas que nos formaron a nosotros son Django, en la onda acústica y gitana europea, y el norteamericano Charlie Christian, el violero negro de la época del swing que murió a los 23 años, pero marcó una época". Así hablaba de sus influencias.
Pero Malosetti era directo al definir su sello: "No me importa vender mucho. A los músicos de jazz no nos conoce nadie, pero somos sinceros y no queremos comprar a la gente".
Parte de ese legado estético y ético, Walter lo trasladó a los jóvenes que formó en el Estudio de Música (que fundó en 1961) y en otros ámbitos educativos y también en los libros como Bases de improvisación para guitarra que publicó a partir de 1975.
CICATRICES
En 2001 perdió a su mujer, Graciela Malosetti, y su homenaje fue su disco, al que llamó Grama, con las primeras sílabas de su nombre. "Se está recogiendo una semilla que sembramos en los 70 y la buena influencia que produjo Miles Davis al fusionar jazz y rock, y que logró que los que entraron en el jazz ya no pudieran salirse más de esa onda artística", dijo entonces.
Para el gran maestro, esa escuela ligada al uso de la síncopa y la improvisación, "logró que la gente pueda ir comprendiendo lenguajes que antes, aún en sus formas más accesibles como las que abordaba Louis Armstrong, no se entendían".
GUSTO PROPIO Y HERENCIA
Refinado, de oído agudo, definía al jazz como "un condimento que le viene bien a todas las músicas porque hace un culto de la apertura y el buen gusto". Así y con un amplio registro, su voz de seis cuerdas ya es leyenda. A través de su sangre, con Javier, su hijo, sus incontables alumnos y el amplio registro de su obra, el devenir del jazz argentino seguirá ahora su propio camino.


Fuente: (http://tn.com.ar)

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